me descubrió,
lo sólas que pasaban las tardes
por mis manos...
El desperdicio del sol de la primavera
y del verano.
Y de los días de viento que hacen
tanto daño.
Tu visión fugaz
me descubrió un silencio...
Y tú, y ese avión,
me recordais: la soledad de mis tardes,
la oscuridad de mis noches,
los amaneceres perdidos
detrás de persianas echadas,
de visillos dormidos...
Ese avión de estela blanca.
Ese cielo azul y nada.
Esa paz y fresca tarde.
Me abrazan.
Como tú jamás me abrazabas...
Como tú jamás me abrazabas...
Y era él, al que dejé,
el que me abrazaba.
Era él al que maté su alma,
el que me escuchaba.
Erá él al que esperaba y
ya ahora siento que se marcha.
Siento que se escapa...
No duermo por las noches
de tan pesada carga.
Sóla y triste a veces recuerdo
cuando él me miraba...
Nunca me amó tanto,
eso es cierto,
Pero sí según él,
y con eso me conformaba...
Una noche de un casi marzo
lloré un error y lloré el frío.
Lloré por su abrazo,
que fué tan mío...
que fué tan mío...
Un destino roto y marchito
nos dijo adiós a mí y al amor mío.
Dijo vuela
y volé.
Le dije adiós
y él se fue.
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